Archivo

Archive for the ‘Medios’ Category

¡Ay, ay, ay, ay mi querido Nicolás! Juanga y las redes sociales

Si me permiten, yo no quiero escribir sobre Juan Gabriel, su música, su persona o su legado, de ello se encargarán los especialistas y los periodistas de cultura y espectáculos. Y todos los medios aprovechados, privados y gubernamentales, así como los “pseudoperiodistas” que sacarán “raja” sobre la muerte de tan conocido personaje.

Pero he leído un sinfín de información al respecto, “memes” y reflexiones personales,  y quiero decir que la nota que llamó más mi atención fue la de Nicolás Alvarado (Director de TVUNAM) en Milenio.

Y no pude evitar la tentación de escribir algo al respecto. Creo que es de muy mal gusto criticar a alguien que es tan “apreciado” como Juan Gabriel el día de su muerte. Si esto lo hubiera escrito cualquier otro día, se hubiera echado encima a miles de fanáticos y se hubiera ganado toda clase de insultos, pero no hubiera pasado de ahí.

Se me ocurre un ejemplo cotidiano, cuando te invitan a una fiesta en una casa, los anfitriones ponen música a su gusto y con el fin de agradar a la mayor parte de los asistentes, puede o no agradarte, como frecuentemente es mi caso, pero no por eso eres capaz de criticar la música o pedir que la quiten, lo más que puedes pedir es que le bajen al volumen, (aunque nunca me hacen caso)

Pues bien Nicolás es asistente a esta fiesta eterna llamada México, por lo cual reitero que me parece su crítica como una falta de educación elemental. Y en este caso no sólo es una fiesta, es un funeral, en el que merecen “los dolientes” ser tratados con el mayor respeto.

Me parece que desde el comienzo de la nota se queja de lo inconveniente que fue la muerte del ídolo popular en domingo, donde según sus palabras “secuestró su comida familiar” y tuvo que ponerse a trabajar. ¡Hombre, qué ocurrencia de Juanga de morirse en domingo!

Creo que Nicolás se quedó dormido en la Universidad, en la carrera de Comunicación cuando enseñan que en México hay íconos populares “intocables”, como Pedro Infante, Octavio Paz y la Virgen de Guadalupe, él mismo lo menciona, pero creo que lo que no se vale es que a la muerte de una personalidad hagas una crítica tan intensa.

Y sé que Nicolás esNicolás Alvarado intenso y apasionado en lo que hace, ahora le sumo las definiciones de “clasista y snob” como él mismo se define. Respeto profundamente a Nicolás Alvarado y su trabajo, no tengo el placer de conocerlo como persona y honestamente ahora tengo mis reservas sobre querer hacerlo, pero de lo que estoy segura es de que no era el momento de hacer evidentes sus gustos o antipatías.

Creo que con el manifiesto de su opinión personal se puso en la mira de muchos críticos de redes sociales, profesionales y ocasionales, que se sintieron ofendidos por sus palabras, poniendo en duda, no sólo su calidad humana, sino sus conocimientos,  incluso su cargo en TVUNAM, que de por sí ya tenía muchos detractores.

Con la llamada libertad de las redes sociales y los medios electrónicos, no hay figura “pública” o “privada” que se haya salvado de los llamados “memes”, en particular estoy profundamente en desacuerdo con aquellos que toman una foto de una persona común y hacen mofa de su aspecto, su ropa o sus actitudes.

Esa supuesta libertad nos lleva a ser jueces severos y críticos de las personas, a veces sin fundamento o con información falsa. Confieso, mis queridos lectores,  que yo era una de las personas que compartía las publicaciones de personas que eran capturadas en fotos o videos y que quienes las publican invitan a los lectores a compartir y a hacerlo viral.

Eso fue hasta que cayó en mis manos una publicación de un amigo muy querido, en el que se le tachaba de “persona fraudulenta”  e incluso decía que era un “mal padre” que no cumplía con sus obligaciones financieras y alertaban a un grupo al que pertenece mi amigo.  Acto seguido, me preocupé, hice una captura de pantalla y se la reenvié al agraviado, su respuesta fue: “Nena, no te preocupes, son las amigas de mi ex las que publicaron eso”. Eso me hizo mucho sentido, pues toda una vida de conocernos y sé que es una excelente persona, padre, hijo, hermano y amigo.

Así pues, caí en cuenta de que mucha información que compartimos, puede ser una venganza personal o está basada en la intolerancia de los usuarios a ciertos temas o peor aún sólo son objeto de juzgar la conducta de los demás, eso me recuerda una frase bíblica que incluye Cervantes en El Quijote y que se ha convertido en dichos populares: “No juzgues, para que no seas juzgado. Porque con la vara que mides, serás medido” y de ahí también se desprende “¿Y por qué juzgas la paja que está en el ojo ajeno y no ves la viga que está en el tuyo?»

De muchas de esas publicaciones que enjuician o critican a las personas desde las redes, nacen los recientemente populares “lords y ladies” en los que pretenden denunciar algún acto y lo que logran es hacerlos tristemente famosos, sin pensar en sus vidas, familias, trabajos y amigos. Somos, desde atrás de una computadora o teléfono, jueces implacables y terriblemente intolerantes.

Me preocupa la facilidad con la que veo a mis amigos y conocidos que difunden información, o incluso “balconean” su vida privada, o peor, la de sus hijos, sin pensar en que, como les digo siempre a mis alumnos, lo que publiques una vez en la red, es del dominio público para siempre.

peligros en ls redes sociales

Nunca sabes quién está leyendo tus redes sociales con malas intenciones, viendo tu vida privada, eso me hace pensar en la temporada de verano, graduaciones, vacaciones e inicio de clases, donde muchas personas publican todos sus datos, nombres de sus hijos, nombres de las escuelas a donde asisten, nombre de las mascotas, en donde vacacionaron o qué carro acaban de comprar. Publican la ubicación de sus casas, sus escuelas, trabajos, gimnasios y lugares que a los que asisten frecuentemente. Sé que con la mejor de las intenciones, se sienten orgullosos de sus retoños o de sus logros, pero me pregunto ¿Le darían todos estos datos a un desconocido? De hecho ya lo hacen.

Y yo mirando la viga en el ojo propio, he caído varias veces en esta tentación de decir lo que hago, con quién, donde ando y a donde voy.

Sin embargo, retomando el tema que me hizo comenzar este texto, como dije anteriormente respeto a Nicolás Alvarado, por su trabajo, pero esta vez creo que su comentario es desacertado, por decir lo menos, respecto a Juan Gabriel, especialmente el día de su muerte.

Habría que recomendarle a Nicolás algunos de los pocos libros que probablemente no ha leído, sobre urbanidad y buenas maneras.

*Todas las imágenes fueron tomadas de Internet y pertenecen a sus respectivos autores bajo sus licencias originales.

Infoxicación

19 febrero, 2012 2 comentarios

Indigestión intelectual por sobreexposición a información

Me llama la atención el término que se le ha dado a otro de los llamados males del siglo la “infoxicación”. En inglés conocido como information overload. Que se trata de la sobresaturación de información que tenemos supuestamente a nuestro alcance y que finalmente se vuelve indigerible y muchas veces genera angustia en los usuarios de internet, correo electrónico y redes sociales.

Mi mamá, que es reciente usuaria de esta nueva tecnología, ha caído en esta vorágine de envío de correos electrónicos y más de una vez la he visto “mortificada” por la cantidad de correos que tiene en su bandeja de entrada y a los que no les puede dar lectura y conforme pasan los días se van acumulando y aumentando en número.

Pero yo misma soy víctima del mismo padecimiento, adicta confesa a los juegos en las redes sociales y adicta a la lectura de noticias, más de una vez me ha sorprendido la madrugada en los sinuosos caminos de la red buscando algún tema, un autor, un artículo, una receta de cocina o disfrutando perderme en los laberintos y vericuetos musicales.

Reviso mi correo e intento clasificarlo de manera por demás rápida, por prioridades, primero los del trabajo, después los de los amigos queridos y sus novedades (a veces no necesariamente en ese orden) ya sea para mandar saludos, felicitaciones de cumpleaños o solidarizarme con alguien que la esté pasando mal. Dejo en pendientes aquellos que revisaré “con clama”, correos de contenido filosófico, literario, fotográfico, político, educativo o simplemente “chistes” interesantes.

He de confesar que después de recibir miles de correos de cadenas religiosas, de amistad, de virus en las redes, de peticiones sociales o cadenas de optimistas casi directamente se van a la papelera de reciclaje. Ya pasé por la etapa de la tentación de reenviarlos para salvarle a alguien el pellejo, la computadora, la seguridad o  la salud.

Aún así no me alcanza la noche, el tiempo o la vida para examinar todos los mensajes que recibo, eso aunado a revisar los estados de mis amigos y sus reseñas de vida, visitas, fotografías e incluso estados de ánimo propio o de su familia y mascotas.

He tenido que dar de baja a algunos amigos y conocidos, en “Facebook” pues están convencidos de que tenemos el mismo gusto musical, nos hacen gracia los mismos chistes o estoy preocupadísima por sus preferencias políticas, así como sus avances en los juegos de la red. (Lo mismo que me deben haber dado de baja a mí o simplemente ocultarme de su muro pues también publico mis avances en los juegos, pero advierto que ya aprendí a hacerlos visibles solo a los interesados)

Conozco muchos entusiastas y fanáticos del “Twitter” que comparten, en el mejor de los casos, las buenas noticias, los logros o frases “coquetas” filosóficas o literarias, pero muchos de ellos también necesitan expresar desde lo que comieron, lo que se les antoja de comer o cómo está el tráfico de la ciudad donde viven, pasando por sus deseos de todo tipo, problemas, traumas y angustias.

A más de uno de nosotros, nos preocupa el tema de “estar comunicados o conectados” así que más de una vez me he sorprendido a mi misma revisando mis pertenencias antes de salir de casa o regresando por el celular, no importa que lo mantenga apagado la mayor parte del día, el tenerlo cerca me da una sensación de supuesta seguridad.

Vivir sin estar conectado, es posible, como lo hicimos la mayoría de nosotros en nuestros primeros años de vida. Pasar los días sin la necesidad imperiosa de “saberlo todo” es complicado y ya vendrán muchos especialistas en el tema a aclararnos un poco el panorama.

Lo que si podemos hacer es relajarnos y hacer un examen de conciencia sobre lo que necesitamos saber y mejor aún lo que necesitamos compartir, de manera que evitemos sobresaturar a nuestros amigos y conocidos con información que si bien no es superflua, no es estrictamente necesaria o de vital importancia.

Categorías: Día a día, Medios Etiquetas:

El arte casi olvidado de escribir cartas

16 octubre, 2011 2 comentarios

Cuando les preguntas a las personas con qué frecuencia escriben a mano, se te quedan viendo con un aire de que estás preguntando una tontería, pero si lo pensamos bien, la tecnología ha vuelto a la escritura a mano, casi un arte olvidado. Antes por lo menos anotaba uno los números telefónicos, ahora con el uso del celular, es común que los guardes inmediatamente en la memoria del teléfono.

Hay ocupaciones y profesiones que siguen utilizando la escritura, por ejemplo los estudiantes y maestros, (que no les queda otra, mientras no se les permitan el uso de tecnología en los salones de clases) periodistas, secretarias, médicos, algunas personas que hacen todavía notas de remisión, compra o venta a mano y muchos escritores y poetas, (como yo comprenderé) a los que las musas de la inspiración muchas veces les llega en fragmentos y en cualquier momento y sirve bien un post it o el reverso de un ticket para plasmar una idea.

Pero el resto de la población escribe a mano, cada vez menos, ya no hablemos de cartas o mensajes. Desde la aparición del correo electrónico y las páginas sociales, las cartas ya sean para saludar, felicitaciones o condolencias se han vuelto electrónicas.

Y en cuanto a los recados y mensajes, que ahora se escriben y codifican, especialmente en los más jóvenes en un alfabeto alfanumérico y súper abreviado a veces indescifrable por los que no compartimos el mismo código.

Una de mis tías aprendió de manos de su nieta el uso de los mensajes vía celular y es divertidísimo ver cuando le manda un mensaje a mi mamá con los caracteres que usan los adolescentes, generalmente mi mamá tiene que pedirme a mí que descifre que es lo que quiso escribir mi tía (y lo reconozco, no siempre lo logro) pero me encanta que lo haga.

La especialidad encargada de descifrar la escritura de las personas es la grafología que se considera sólo una disciplina, a veces no tomada muy en serio por la ciencia, sin embargo puede ser de gran ayuda en casos forenses, para la revisión de firmas, contratos y mensajes de sospechosos, tanto de fraudes financieros como incluso de otro tipo de delitos. A esto último se le conoce como “caligrafía criminalística” y tiene mucha aceptación, aunque no es válida en todos los procesos judiciales.

Se miden los rasgos de la escritura, si es chica o grande, si está inclinada para alguno de los dos lados, si se cierran los caracteres adecuadamente, si se escriben los puntos sobre las íes o los acentos exactamente encima de la letra que corresponde, si se escribe presionando mucho el lápiz (o pluma) sobre el papel.

Aparentemente, todo lo anterior y otras características podrían reflejar, la personalidad y el estado mental de una persona, además de revelar el nivel de estudios, la inteligencia e incluso sus aptitudes profesionales.

Los especialistas han hecho una serie de mediciones de las grandes personalidades del mundo por medio de sus firmas.

Bill Gates

Federico García Lorca

Edgar Allan Poe

William Shakespeare

Steve Jobs

Salvador Dalí

José Martí

Sin meterme en la defensa o crítica de la especialidad de la grafología, lo que a mí me queda claro es que cada vez escribimos menos. Ocasionalmente una lista de súper, el nombre de una medicina, un recado breve, una receta, una dirección o teléfono.

En mi trabajo diario y por la naturaleza de mis materias, relacionadas con el lenguaje,  tengo que revisar minuciosamente los escritos de mis alumnos y a veces no es tarea fácil, muchas veces les digo que la mayoría de los maestros después de revisar 40 trabajos, los que no podemos entender generalmente los calificamos negativamente, una respuesta de un examen y una tarea que es indescifrable, nuestra mente nos dice: “no entiendo, está mal” aún cuando la respuesta pudiera ser correcta.

Hace un tiempo leí que las personas que escriben mucho a lo largo de su vida, tienden a ser menos propensos a una de las enfermedades de la modernidad más atemorizantes, el “Alzheimer” así que lo que se me ocurre es tratar de rescatar el arte olvidado de la escritura, hacer el propósito de escribir más.

Escribir cartas o mensajes personales, recibir estos es uno de los placeres más especiales, es lindo un correo electrónico, pero una carta o recado de “puño y letra” de un ser querido es algo muy reconfortante, muy íntimo.

No me malentiendan con el uso de la tecnología, es fantástica, incluso yo me considero una entusiasta de la lectura de libros en pantalla, de la posibilidad infinita que te da la creación literaria en una computadora, pero de vez en cuando hay que volver a lo básico. Así que la invitación de hoy es escribir y leer más y con ello recordarles a las personas que nos interesan cuanto las apreciamos por medio de un mensaje o de una hermosa carta.

P.D. Hay muchas películas que están basadas en la trama de «cartas» les dejo algunas recomendaciones:

La carta. (The letter) Estados Unidos, 1940. Dirección. William Wyler. (Bette Davies, Herbert Marshal)

Una carta de amor. México, 1943. Dirección Miguel Zacarías. (Jorge Negrete, Gloria Marín, Andrés Soler)

Las cartas de Alou. España, 1990. Dirección Montxo Armendáriz. (Mulie Jarju, Eulalia Ramón, Ahmed El-Maaroufi)

Carta de amor. (The love letter) Estados Unidos, 1999. Dirección Peter Chang. (Kate Capshaw, Blythe Danner, Ellen DeGeneres)

Mensaje en una botella (Message in a Bottle) Estados Unidos, 1999. Dirección Luis Mandoki. (Kevin Costner, Robin Wright Penn, Paul Newman)

Cartas desde Iwo Jima. (Letters from Iwo Jima). Estados Unidos, 2006. Dirección Clint Eastwood. (Ken Watanabe, Kazunari Ninomiya)

Cartas a Julieta. (Letters of Juliet) Estados Unidos, 2010. Dirección Gary Winik. (Amanda Seyfried, Chris egan, Gael García Bernal)

Y mis tres súper favoritas:

Letras Prohibidas, la leyenda del Marqués de Sade. (Quills) Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, 2000. Dirección Philip Kaufman. (Geoffrey Rush, Kate Winslet, Joaquín Phoenix, Michael Caine)

Nunca te vi, siempre te amé. (84 Charing Cross Road) Reino Unido, 1986. Dirección David Hugh Jones (Anthony Hopkins, Mercedes Ruehl, Anne Bancroft, Bob Geldof)

Y una joyita del cine japonés, cinta poco difundida en México y súper recomendable si la encuentran por ahí.

Carta de amor (Love Letter). 1995, Japón. Dirección Shunji Iwai. (Miki Sakai, Etsushi Toyokawa, Katsuyi Shinohara)

Categorías: Día a día, Medios

La escuela, los valores y los medios

“Educar no es enseñarle a alguien matemáticas, literatura, arte o contabilidad, sino prepararlo para que viva su biografía de la mejor manera posible. Reglas de urbanidad y convivencia, hábitos positivos para no ser un sujeto masa, anónimo e impersonal” Enrique Rojas

Di muchas vueltas antes de comenzar a escribir sobre el tema de la educación, los valores y los medios de comunicación. Me encontré con gran cantidad de información al respecto, elocuentes disertaciones sobre el bien, la moral, la ética, la legalidad, definiciones de los medios masivos de comunicación, su importancia y un sin fin de temas parecidos, pero no encontré mucho sobre el tema que realmente quería abordar, que era el de los valores y el bombardeo de información, de todo tipo, que los medios masivos de comunicación, incluyendo Internet, dejan caer sobre los jóvenes como modelos de conducta.

Es ambicioso, pero me parece de vital importancia hacer una reflexión al respecto, hay que fijarse en lo que atrae a los jóvenes, ya que lo que escuchan, lo que ven, lo que leen (hay que decir que poco, desgraciadamente) viene de la llamada conducta “globalizada”.

Eso me llevó a pensar en que alguna vez había leído un libro de Enrique Rojas titulado “El hombre light: Una vida sin valores”, el autor es catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid y Director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas y ha hecho una gran cantidad de investigaciones, ha publicado ensayos de diversos temas de las áreas psicológicas y humanísticas.

Rojas hace una definición de “el hombre light” que no es otra cosa más que el hombre actual, que pertenece a estas generaciones y para poder definir “light” voy a permitirme tomar prestado un concepto de la escritora Gaby Vargas, Light: “es una moderna palabra mágica, con ella se puede vender toda una serie de productos de bajo contenido calórico para que consigamos estar –en forma-  la supuesta maravilla se multiplica al grado que hoy contamos con leche sin crema, mermelada sin azúcar, queso sin grasa, cigarro sin nicotina, cerveza sin alcohol, refresco sin cafeína y mucho más.”

Las cosas light (o ligeras, voy seguir usando el anglicismo, pues me parece más claro) nos remiten a que: todo es suave, liviano, etéreo, ligero… y de esta manera, aunque parezca increíble, también se ha gestado un tipo de hombre o de mujer light. (Y no estamos hablando de los modelos famélicos que nos enseña la publicidad como prototipos de belleza estética (esa, como dice un slogan bancario, esa… es otra historia).

El hombre light, podemos atrevernos a decir que se trata de un ser materialista y hedonista, cuya única meta es alcanzar el éxito. Vive para el exterior, sólo busca proyectar una imagen o causar una buena impresión y, para él, la fórmula moderna de la felicidad se centra en tener un buen nivel de vida que no implique molestias físicas. (¡Oh, oh! esto puede recordarnos a alguna persona cercana a nosotros o bien a nosotros mismos)

El hombre light  puede ser un hombre relativamente bien informado, pero con escasa formación humanística. Todo le interesa, pero en un tono superficial. Inclusive puede tener la necesidad de leer todos los periódicos, ver todos los noticieros, buscar información en Internet, aunque sea por encimita, (aquí si me sentí proyectada).

Ya no hablemos de otras características que son más preocupantes, el hombre light, puede ser una persona muy práctica, ligera, frívola, todo en ella se torna volátil, busca el placer y lo material a toda costa y sus motivaciones principales son el triunfo y la relevancia social, (aquí si no me sentí proyectada, ¡fuiu!)

Lo más importante para él es pasarla bien.  Los light siguen la filosofía de lo desechable y si algo no funciona… ¡adiós!

Cuantas veces hemos escuchado que alguien “no es ni religioso, ni ateo” pero tiene una forma particular de espiritualidad, según su perspectiva él es quien decide lo que está bien y lo que está mal. Producto de estas creencias existe un auge en los horóscopos, la lectura de tarot, la adivinación, los gurús del optimismo y una serie de chifladeras, (conste que dije chifladeras), que han llegado a ser un gran negocio en esta época, satisfacer las necesidades espirituales, incluso vía telefónica. No se pierden la ocasión de llamar al 01 900 ¿cómo-me-va-ir-en-el-día?  Para poder satisfacer ese yo espiritual.

Desgraciadamente parece que el hombre light no es del todo feliz porque no se entrega a nada, ama el gimnasio, las dietas, la comida rápida y los alimentos naturales, aunque pareciera contradictorio; practica cierto espiritualismo, feng shui, yoga y otras chácharas. Su incultura se alimenta de programas televisivos, muchos periódicos y revistas, pero sin invertir en ello ni capacidad sintética ni tiempo para madurar intelectual o personalmente.

¿Triste panorama no? Ahora bien cabe la pregunta ¿Cómo podemos salir de esta forma de vida light?, lo primero es reconocer en qué grado pertenecemos a esta nueva cultura para tratar de cambiar. Desgraciadamente una manera dolorosa de caer en cuenta es cuando la vida misma se encarga de darnos una llamada de atención dolorosa, una enfermedad, la muerte de un ser querido o simplemente una crisis personal.

El autor de “El hombre light: Una vida sin valores” sugiere que veamos nuestra vida objetivamente, para poner orden y establecer una jerarquía de valores y normas, renovar las ilusiones perdidas y aprender a disfrutar.  Podemos decir que para salir del círculo vicioso del hombre light hace falta coraje, espíritu de lucha, tesón, firmeza en los objetivos y congruencia pero, sobre todo, fuerza de voluntad. (¿Suena complicado, no?)

Y ahí es cuando nos damos cuenta que sí pertenecemos a una cultura light, que desgraciadamente nuestros jóvenes viven y se están educando en ese sistema.

Un falso modelo para ellos, que es sumamente popular, es el yuppie, que responde a la definición  según el diccionario, de: Joven profesional, de posición social y económica elevada, las siglas “yuppie” significan Young Urban Professional People, profesional joven y urbano con todo lo que ello implica.

El yuppie es un joven ejecutivo de empresa competente, con una formación profesional muy completa (incluso puede tener un postgrado). Es dinámico y trabajador (trabaja, en promedio, unas dieciséis horas diarias) y tiene éxito; es un triunfador. Su modo de vida está subordinado al trabajo profesional. Su trabajo está subordinado al éxito: busca el éxito por el éxito, a costa de lo que sea, caiga quien caiga. 

El yuppie vive para trabajar, y trabaja para lograr bienestar material y brillo social. Hay que reconocer lo mucho y lo bien que trabaja, pero también hay que reconocer que su jerarquización de valores está bastante desordenada. Y desgraciadamente es el modelo preferido de nuestros jóvenes.

Ahí es cuando entramos nosotros, los maestros, vivimos en una sociedad en la que desgraciadamente tenemos una ruptura con lo que “está en onda” para los jóvenes y es nuestra obligación sintonizarnos un poco a su frecuencia, no estoy diciendo que hay que ver (y menos entender) programas como South Park o cualquier reality show; cantantes como Brittney Spears, Daddy Yankee, Rihanna o Anahi ni mucho menos que tengamos que soplarnos a los semidioses del nuevo periodismo de espectáculos, Paty Chapoy, el Gordo y la Flaca o Juan José Origel.

Ya no hablemos de que para estar con lo de hoy, los jóvenes hacen referencia a los “talk shows” mal hechos, mal producidos, mal actuados por participantes y conductores. Donde lo más memorable, por patético que parezca, es el grito de la mujer sobre pagada y sobre promocionada… Queee paaaase la desgraciadaaaa!!!

Pero los chicos quieren tener una vida como la de las estrellas, tener unos amigos vampiros o con súper poderes; tener una policía como sacada de las series; parecerse y comportarse como cantantes de MTV, (o ya de menos vestirse como ellos); hablar y ser como los chicos de las telenovelas, las películas o series de tv; todos estos fabulosos “modelos a seguir” muestran como deseable lo que en otra época ni siquiera estaba permitido, desde el uso de las llamadas “malas palabras”, hasta tatuajes, aretes, perforaciones y deformaciones corporales, peinados y cortes estrafalarios, pasando por la visibilidad de la ropa interior o la ausencia de la misma.

La serie de modelos andróginos, anoréxicos o extra ejercitados, casi siempre arreglados con “photo shop” que se encuentran en las páginas de las revistas que compran los adolescentes, desvirtúan su imagen corporal e incluso su sexualidad. Los programas de televisión que han exagerado el gusto por los cómicos “travestidos” o la imagen de cómo se ve y se oye una mujer, según alguien al que debe haberle faltado la imagen materna. Es una falta de respeto a las preferencias sexuales, pero es una ofensa mayor al buen gusto y a la tolerancia.

Los jóvenes pierden el sentido de la realidad y de la ficción, así como los adultos, cuando todo lo que ven en las noticias es una alta cantidad de contenidos violentos, con totales enormes de muertos y heridos, bajas de civiles, policías, soldados y gente asociada al narcotráfico, al crimen organizado, etc. Guerras y enfrentamientos mundiales ininteligibles hasta para los mismos protagonistas y los medios los ponen ahí, directamente en las trincheras que parecen sacadas de una película de ciencia ficción o de un videojuego.

¿Cómo competimos los padres y maestros con eso?, ¿Cómo organizamos una escala de valores que nos permita no vernos retrógrados o “ñoños”, como ellos dirían?  Eso no nos da un buen margen para poder trabajar con ellos, podemos empezar con el entorno en el que se manejan, donde pasan la mayor parte de horas del día, la escuela, primero siendo jueces severos de nosotros mismos como maestros, cada alumno nos observa y si queremos inculcar valores debemos tener un comportamiento valioso.  

Si un profesor no da el ejemplo con su conducta, profesionalismo, interés por su entorno, puntualidad y con el cumplimiento académico, tampoco puede transmitir a sus alumnos una conducta responsable.

Mucho menos si no es capaz de tener una conducta adecuada o un interés legítimo y respeto por sus compañeros de trabajo. No me atrevería a señalar con dedo acusador a nadie, cada quien sabe si cumple con los requisitos, pero lo ideal es que los profesores no sólo cumplan con informar sobre los contenidos temáticos y dejar de lado los valores que generarían la responsabilidad individual y social de los alumnos.

Para propiciar valores éticos y morales como el de la responsabilidad, que es una tarea fundamental que deben tener los profesores para formar personas, no debemos hablar sólo de la vida cotidiana, sino de las situaciones que se dan en su entorno inmediato, desde sus aulas de trabajo, sus escuelas, su ciudad, del país y del mundo en general.

Para los que son padres, es importante tomarse la molestia en saber lo que leen los jóvenes, lo que escuchan, lo que ven. Aquí si podríamos sumergirnos un poco en los medios masivos de comunicación y revisar los contenidos, no estoy diciendo que a profundidad, pero hay series, caricaturas, películas e incluso el animé (que dicho sea de paso, algunas series resaltan los valores universales, pero no es recomendable ver más de 10 capítulos seguidos o terminas con un gran dolor de cabeza) podemos sorprendernos gratamente con algunos contenidos.

El tema de los valores es considerado relativamente reciente en filosofía, pero a decir verdad los valores están presentes desde los inicios de la humanidad, en sus manifestaciones artísticas y culturales, no podemos negar que el contenido de los medios no es otra cosa más que un retrato de la actualidad en la que vivimos.

¿Cómo competir con el bombardeo de información que reciben los jóvenes de los medios? Ayudándolos a buscar modelos o a encontrar comportamientos y conductas éticas en lo que viven y lo que hacen y estoy segura que todos podemos participar y de hecho lo hacemos, en cada una de nuestras áreas para fomentar valores a nuestros jóvenes.

Para el ser humano siempre han existido cosas valiosas: el bien, la verdad, la belleza, la felicidad, la virtud. Sin embargo, el criterio para darles valor ha cambiado a través de los tiempos. Se puede valorar de acuerdo con criterios estéticos, esquemas sociales, costumbres, principios éticos y religiosos o en términos actuales, por el costo, la utilidad, el bienestar, el placer o el prestigio. Para poder entender un poco los valores universales tendríamos que reflexionar un poco sobre la pregunta ¿Qué hace que algo sea valioso para ti?

 

* Las ilustraciones son de Quino
Categorías: Día a día, Medios